“Economía circular: dos sectores, un mismo reto”. Así titula Salvador Pérez Lucena, Global Chief Sales Officer de Grupo Soledad y vicepresidente de la AER (Asociación Española de Neumáticos Reciclados) un artículo de opinión que, por su por su interés para el sector en particular y la sociedad en general, reproducimos íntegramente en esta ventana digital. Pasen y lean.
“Después de escuchar a David Eslava, presidente de ANARPLA (Asociación Nacional de Recicladores de Plástico), durante el Congreso de Reciclado de Plásticos, resulta inevitable trazar paralelismos con otro sector que, aunque menos visibilizado, comparte muchos de los mismos desafíos: el del recauchutado de neumáticos.
Para quien no lo conozca, ANARPLA agrupa a las principales empresas del reciclaje mecánico de plásticos en España, representando a un sector que transforma residuos plásticos posconsumo y posindustriales en materias primas recicladas, contribuyendo de forma directa a la economía circular y a la reducción de emisiones.
Ambos sectores —el del plástico reciclado y el del neumático renovado— trabajan con una misión común: reducir el consumo de recursos, minimizar residuos y descarbonizar procesos. No desde la teoría, sino desde la práctica diaria en fábricas, plantas de tratamiento y cadenas logísticas. Y sin embargo, ambos siguen siendo los grandes olvidados en muchas políticas públicas, normativas europeas y estrategias de sostenibilidad.
David Eslava denunció, con razón, la competencia desleal de productos reciclados importados sin trazabilidad ni garantías ambientales. En el recauchutado lo vivimos desde hace años: neumáticos nuevos, de bajo coste y dudosa calidad, inundan el mercado sin exigencias equivalentes a las que soportan nuestras plantas, lo que desequilibra el mercado y penaliza al producto ambientalmente más eficiente.
También habló de infrautilización de capacidad industrial. En el reciclado de plásticos, el 70% de capacidad utilizada; en el recauchutado, el dato es comparable. Tenemos la maquinaria, la tecnología y el personal cualificado, pero las condiciones del mercado no nos permiten operar a pleno rendimiento, con el coste social, económico y ambiental que ello supone.
La falta de armonización normativa, las barreras burocráticas, las duplicidades en la certificación y la ausencia de medidas que impulsen la demanda real son obstáculos comunes. En el plástico reciclado se habla de contenido obligatorio, de incentivos fiscales, de compra pública verde. En el neumático renovado llevamos años reclamando lo mismo. Y seguimos esperando.
Pero hay un punto aún más profundo que nos une: la invisibilidad. Ninguno de los dos sectores protagoniza titulares ni atrae grandes inversiones. Sin embargo, somos piezas clave en la economía circular real, la que no depende de declaraciones sino de resultados medibles: ahorro de CO₂, reducción de residuos, menor consumo de agua y energía, y generación de empleo local.
Y no solo eso: estamos presentes en el día a día de las personas. En los envases reciclados que usan, en los neumáticos renovados que llevan los autobuses o camiones que los transportan, en las infraestructuras que pisan o en los servicios públicos que dependen de flotas eficientes y sostenibles. Somos sectores silenciosos, pero esenciales para que la economía funcione de forma más responsable y resiliente.
Desde mi posición en el sector industrial y en la AER, estoy convencido de que solo un enfoque sistémico permitirá avanzar. No se trata de que cada sector luche por su espacio, sino de alinear políticas públicas, integrar objetivos comunes y reconocer a quienes ya están liderando el cambio desde hace décadas, aunque no lo supiéramos.
La economía circular no es un futuro abstracto: es un presente que ya existe, y que debe ser fortalecido. Desde el plástico hasta el caucho, desde el reciclado hasta la renovación”.
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